GRITARON REVOLUCIÓN
Por Mario R Silva
Esta reseña histórica es para recordar la última Revolución armada en la ciudad de La Rioja, donde hubo 5 muertos (2 revolucionarios y 3 policías), también varios heridos.
En ella participó mi Abuelo, Don Ambrosio Silva, quien en esa época era el Procurador.
La noche del 6 de marzo de 1924, como siempre en esa época, la Banda de la provincia tocaba en la plaza principal de la ciudad de La Rioja. Una noche agradable de no tanto calor donde la gente de la ciudad se juntaba a charlar, pasear y escuchar la Banda de música interpretar los temas de moda de ese momento.
El clima político y social era cálido, más tirando a caliente, por la situación que se estaba viviendo por parte del gobierno de turno (UCR Gobernador Florencio Dávila San
Román), quien llevaba un año y cambió varios miembros de su gabinete, la
Municipalidad estaba acéfala (ya que nadie quería hacerse cargo de la
misma), el Ministerio de Educación también estaba en las mismas condiciones y la Constitución provincial no era muy respetada al parecer.
Un grupo de jóvenes y de no muy jóvenes, cansados de tantas injusticias y desaciertos del gobierno, forman la UNIÓN CÍVICA RADICAL PRINCIPITAS
liderada por el abogado Dr. José López González, un joven de los llanos riojanos (Ulapes), y otros políticos y hombres. destacados de esa época como el Dr. Amador Quiroga, Horacio Torres Brizuela, Ramón de La Vega, Hermenegildo Vitolo, German P. Alanís, Pedro C. Alem, Ambrosio Silva, etc.).
Este movimiento cansado de pedir la intervención del Gobierno Nacional (Presidente Marcelo T. de Alvear), por la inacción del gobierno de San Román, decide tomar las armas y derrocarlo con una revolución. La misma fue planificada para el de 6 de Marzo, cuando la Banda estaba tocando en la plaza principal ya que frente a la misma, estaba la Comisaria y la Casa de Gobierno, lugares donde se tenía que atacar.
Todo comenzaría cuando la Banda terminando de tocar, como generalmente lo hacía, interpretara
tango, esa sería la señal para atacar. Los revolucionarios tirarían una bomba y llegando en autos (Ford T), doblando en la esquina de Obras Sanitarias (ahora un Hotel), los líderes de la revolución, parados con las puertas abiertas con la capota descubierta y armas en manos y otros a pie. ya que estaban mezclados, entre la gente que escuchaba la banda o paseaba por la plaza, esperando la señal para atacar la Comisaria, la Casa de Gobierno (que estaba donde es ahora los Tribunales Provinciales la comisaria y la Casa de Gobiernos en la esquina), y otro lugar sería la cárcel, pues en ese lugar había policías (guardia cárcel).

Al estallar la bomba en la plaza, la música de la Banda paró y la gente que estaba en el lugar, salió corriendo para todos lados, ya que sabían se estaba produciendo la revolución armada.
El Dr. López González se paró frente al policía, que estaba en la Casa de Gobierno y le dijo “Salud compañero” el vigilante al verlos armados, quiere sacar su arma pero no llegó a hacerlo porque recibió un disparo de parte de los revolucionarios y se produjo un intercambio de tiros en el que cayeron varios hombres (dos revolucionarios y tres policías) y unos cuantos heridos de los dos bandos. La Comisaria y la Casa de Gobierno son tomadas por el Dr. José López Gonzales, Horacio Torres Brizuela, Ramón de La Vega, Hermenegildo Vitolo (quien dio la señal de ataque con su sombrero blanco) y muchos más revolucionarios que se sumaron a la lucha. armada desde distintos puntos de la plaza.
En la cárcel (que estaba ubicada donde es ahora el Chango Mas y el edificio donde se construyen las oficinas para descentralizar la Casa de Gobierno), los cabecillas eran Alem, Silva y Oyola y se había acordado con los presos (el cabecilla principal del detenido). era “Murua”, que se encontró bajo proceso) que cuando fuera la revolución éstos se plegarían provocando disturbios dentro de la cárcel. Los guardias cárcel algo sabían, y lo estaban esperando, pero cuando los revolucionarios atacaron y tiraron un par de bombas los policías intentaron resistir realizando algunos tiros e inmediatamente se rindieron.
Rescato las estrofas de la canción del Ciego Roberto Paz (un decididor de los momentos históricos del momento).
“La noche del seis de marzo
Gritaron revolución
Y al estallido de una bomba
El ataque se inició
Y luego en la guardia de la cárcel
Varios tiros se pensaron
Y los agentes rendidos Botaron el pabellón.
Entro Silva con Coraje,
Alem y Oyola también
Hicieron rendir la guardia Y el centinela también”.
Los presos fueron puesto en libertad y los calabozos fueron ocupados por los guarda cárcel y los policías y desde ese momento quienes se encargaron de la seguridad de la ciudad, fueron los presos.
La anécdota de esto es que mientras dura la revolución la ciudad fue cuidada por los presos y no hubo robos y ningún tipo de disturbios.
Volviendo al centro de la ciudad, más específicamente a la Casa de Gobierno y Comisaría tomadas por los revolucionarios, asume el Dr. José López González como presidente de la Junta Revolucionaria y German P. Alanís, como secretario.
Horas después de la toma del gobierno, la plaza estaba llena de los panaderos en pleno, los obreros, los peones, los humildes, varios de ellos armados y entusiasmados por el triunfo de la revolución y en ese momento López González ordena que un grupo de sus hombres hacen guardia en la azotea y salen patrullas a recorrer las calles.
Otra de las anécdotas es cuando van a la casa del gobernador, los revolucionarios le dicen al policía que custodiaba que se vaya y deje el arma, éste se rinde y se va, pero cuando ingresan los Principitas a la casa del gobernador se dan con la sorpresa que no se encontró en el lugar ni él y ni su familia, dado que ya había sido notificado de la revolución y se escapó por el fondo de su casa.
Aquí también voy a recurrir de nuevo a la canción de Ciego Roberto Paz donde cuenta como el gobernador se escapó, del lugar.
“Luego fueron al gobernador
Buscando al hombre ideal
Para darle una azotada
Y enseñarle a gobernar
El hombre era muy ligero
Y se ha podido escapar
En el terreno baldío
Bajo un cañaveral
También recuerdo que cuando era chico mi Abuela Regina (su marido, el Procurador Ambrosio Silva), nos contaba cómo se escapó el gobernador San Román que para no ser reconocido se disfrazó de mujer y de esa manera no pudo ser detenido.
La junta revolucionaria emite al día siguiente (7 de marzo) dos decretos: el primero donde nombra los funcionarios que van a ocupar los puestos estratégicos del gobierno (Ministros, Jefe de Policía, Intendente, etc.), y el segundo decreto es donde convoca. a todos los ciudadanos de 18 a 45 años para que se presenten en la comisaria para ser parte de la misma y de esa manera tener una fuerza de seguridad (ya que todos los policías estaban en la cárcel detenidos).
Lo rescatable de esta revolución es que no hubo sed de venganza y no se cometieron ningún tipo de atropello a los funcionarios depuestos. Los heridos, tanto los revolucionarios como los policías,
fueron llevados al Hospital San Vicente.
(actualmente Escuela Normal), que quedaban a pocas cuadras del centro donde fueron atendidos y les salvaron la vida a más de uno.
Fueron dos días de mucha tensión y nervios para mi Abuela Regina, porque sabía que su marido, Don Ambrosio Silva, estaba en la revuelta y al sentir las bombas, los tiros y no tener noticias de él, la ponía muy nerviosa. Ella sabía de la revolución, muchas de las reuniones que se hicieron antes de la noche del 6 de marzo se realizaron en la casa de ellos.
Otra de las anécdotas para contar es cuando el Dr. López González quiere jurar y se dan con la novedad que en la Casa de Gobierno, no había Constitución (unos de los motivos de la revolución era que no se respetaba la Constitución). Tuvieron que salir corriendo a buscar una, en la casa de un profesor de historia que vivía cerca y de esa manera pudo jurar y asumir el gobierno.
El
nuevo Gobierno apenas duró 48 hs porque llegó la intervención del Gobierno Nacional con el Ejército (el 15 de Infantería), el cual tenía la orden de restablecer el orden y el gobierno en forma pacífica y es como se llevó a cabo, donde el jefe del ejército, el Coronel Norberto J. Novolicio, al llegar a la Comisaria lo esperaban varios revolucionarios armados el que estaba a cargo de la resistencia era Antonio Valor como jefe del grupo que estaba a cargo de la policía, el cual le grita al verlos llegar al Coronel Novolicio con sus hombres, “alto ni un paso más, sino hacemos fuego” éstos se detuvieron, como tenían orden de no atacar y de negociar con los revolucionarios sacaron una bandera blanca y se acercaron sin armas para conversar y llegar a un acuerdo. Hora después los revolucionarios depusieron las armas y dejaron el gobierno en manos del Gobierno Nacional.
López González y los revolucionarios eran conscientes de que no iban a poder resistir al poderío del Ejército y que se iban a producir muchas muertes innecesarias dado que ellos querían deponer al mal gobierno de San Román y ganar la simpatía del pueblo para cuando se realicen las elecciones. ellos ganarlas y ser gobierno por el voto del pueblo.
Para los revolucionarios se decretó la admisión, los que se quedaron continuaron con su vida de antes de la revolución, pero varios decidieron partir a otras provincias porque pensaban que podían tener algún tipo de represalia. Es así que el Dr. López González sufrió ataques y atentados con armas blancas que casi le cuesta la vida y lo llevó a tener que dejar La Rioja y terminar su vida en Buenos Aires. Con el tiempo los Principitas fueron perdiendo fuerza por problemas internos de sus integrantes y sin apoyo nacional y sin fondos económicos para continuar como partido.
Cuando se terminó la revolución los presos que estaban a cargo de la seguridad de la ciudad, se reúnen con el Dr. López González y le preguntan qué va a ser de su destino, el cual les responde “Tienen ustedes dos camino a seguir: darse cuenta la libertad, como les prometí, o regresar a la cárcel a cumplir la condena impuesta por la justicia, para honra de la revolución.”
Y lo que ocurrió es que honraron la revolución y decidieron regresar a la cárcel en su totalidad, con la única excepción de un detenido bajo proceso.
También se destaca o llamó la atención que los revolucionarios ninguno estaba mal vestido sino por el contrario todos con trajes o vestidos de gala, esto, porque el mismo Dr. López González en esas tantas reuniones y planificación del ataque les dejo bien en claro que tenían que vestirse con lo mejor que tenían “Hagan de cuenta que van a una fiesta, tal vez la última”.
El Dr. José López González fue un joven abogado recibido en Córdoba, el cual defendía a los pobres y no les cobraba por hacerlo al contrario, ponía de su bolsillo para los gastos del juicio. Era muy respetado y querido por los jóvenes y los no tanto, por su forma de hablar y decir las verdades, toda una generación se emocionaba con su grito de guerra “Firme la Muchachada”.
¡Firme la muchachada!
Quiere decir que ésta resulta a todo evento.
Que no elige camino ni cabalgadura para la empresa.
Que nada le amedrenta.
Que su entrada no tiembla nunca de zozobra ni de miedo.
Que vibre tamaño el corazón solicitado por los grandes ideales y al ritmo de sus calurosos entusiasmos.
Que no hay duda en la acción.
Que va derecho a la conquista, su escudo el desinterés como arma de su blasón.
Que es estrictamente acostumbrada a toda dureza.
¿Quién prefiere el obstáculo?
Que vive en gracias de solidaridad: “con un pan y con libro”.
Que es invulnerable en la lucha: capaz de la carpa de campaña y de los esplenderos del palacio.
Que no le rebaja la humildad del oficio.
Que dignifica la profesión al contacto de su ideal.
Que ni le humilla la pobreza, ni le exalta la prosperidad.
Que sonríe en el combate.
Que vive en trance de heroísmo.
Que es capaz de sentirse acompañado en el desierto y solo dentro de la mucha sombra.
Los revolucionarios de la plana mayor fueron: Dr. José López González y el Prof.
Francisco Baigorri, Jefes del movimiento. Colaboradores: Dr. Jacinto Amador Quiroga, Prof. Ramón R de La Vega, Dr. Juan Pablo Arabel, Víctor Vitolo, Dr. Alejandro Moreira, hacendado Ramón Moreira y Farmacéutico Lucio Moreira.
Los cuadros de combate fueron Adolfo Alem, Segovio Villafañe, Cirilo de la Fuente,
Pedro Carrizo Cedano, Germán Alanís, Ramón Romero, Antonio José Gallardo,
Antonio Valor, Rodolfo Oyola, Ambrosio Silva, Ramón sacramento, los choferes Ignacio Olivera, Cándido Alberto Vega y Carlos Fernández, otros que participaron en esta revolución fueron: Pedro C. Alem, Cástulo Herrera, Ciriaco Álamo, Jesús Pereyra, Ángel Espejo, César Lagos (este último se lo señalaba como quien avisó al Gobernador para que se pudiera escapar).
Con este relato quiero recordar la última revolución armar en La Rioja ya sus revolucionarios olvidados por la historia de nuestra provincia con grandes ideales de Libertad, Justicia, Respeto por nuestras Instituciones y por sobre todas las cosas un gran sentido de lucha por los humildes y los más necesitados.
Bibliografía: Don Joaquín: Revista Mensual de la vida riojana Año 1 N° 6 – La Rioja Abril-Mayo de 1969
Agradecimiento al Personal del Archivo Histórico por su predisposición y buena voluntad. Muy especialmente a Flavia Molina y Ricardo Quiroga.
Mario R. Silva